Es una antigua costumbre cristiana saludar todos los días a la Virgen, rezando a las doce el Angelus. En esta oración le recordamos a la Virgen María el momento más grande de su vida: cuando el Arcángel San Gabriel le anunció que iba a ser la Madre de Dios.

El Ángel del Señor anunció a María.

concibió por obra del Espíritu Santo. Avemaría.

He aquí la esclava del Señor.

Hágase en mí según tu Palabra. Avemaría.

El Hijo de Dios se hizo hombre.

Y habitó entre nosotros. Avemaría.

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.

Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Oración:

Derrama, Señor, tu gracia en nuestras almas para que quienes hemos conocido, por el anuncio del Ángel, la Encarnación de tu Hijo Jesucristo, por su Pasión y Cruz seamos llevados a la gloria de la Resurrección.

Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.

Es una súplica a Santa María Reina, que lo puede todo, pidiéndole su ayuda y protección.

Dios te salve,

Reina y Madre de misericordia;

vida, dulzura y esperanza nuestra.

Dios te salve.

A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva:

A Ti suspiramos, gimiendo y llorando,

en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,

vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos;

y después de este destierro

muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clemente, oh piadosa,

oh dulce siempre Virgen María!

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que

seamos dignos de alcanzar las promesas y gracias

de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Acto de dolor de los pecados

Yo confieso ante Dios Todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra u omisión: por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a Santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor. Amén.

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro.

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Se trata de una de las tradiciones cristianas más típicas en todos los hogares, iglesias y centros públicos de los países católicos cuando se acerca la Navidad. También se conoce como Nacimiento o Portal de Belén.

La costumbre de representar las escenas del nacimiento de Jesús y de la visita de los Reyes Magos con figuras, se remonta a la Edad Media (siglo XIII). Su origen se lo debemos a San Francisco de Asís, pues él fue quien que inició la tradición en la Navidad de 1223 en el pueblo de Greccio (Italia). Parece ser que la idea de reproducir el nacimiento de Jesús en Navidad la tuvo tras un viaje a Tierra Santa del que regresó profundamente conmovido.

En la Navidad de 1223 San Francisco convocó a todos los vecinos de Greccio para celebrar la Misa de Nochebuena. Reunió al pueblo para la que sería la primera representación del Nacimiento de Jesús. Fue adjudicando los diferentes papeles a los vecinos del pueblo (pastores, labradores, lavanderas, molineros, etc.). Organizó por tanto la representación del Nacimiento de Jesús con personas y animales vivos. Un joven matrimonio personificó a la Virgen María y a San José, con su bebé recién nacido.

Esta costumbre se ha extendido por todos los países católicos de los cinco continentes, pero especialmente en España y en la América Española.

Además de lo que dice el libro “Jesús” se puede aprender a rezar la oración de la “Comunión espiritual”, que es manifestar al Señor el deseo de recibirlo de modo espiritual:

Yo quisiera, Señor, recibiros con aquella humildad y devoción con que os recibió vuestra Santísima Madre, con el espíritu y fervor de los santos.

Además de lo que dice el libro “Jesús” se puede aprender a rezar esta oración al Angel Custodio o Angel de la Guarda:

Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día, no me dejes solo que me perdería.

Señor mío, Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.

El Vía Crucis es una devoción cristiana que consiste en acompañar a Jesús en el camino hacia el Calvario, pidiéndole perdón por nuestros pecados y dándole gracias por habernos ganado con su muerte en la Cruz la Salvación y la entrada en la Vida eterna. Suele rezarse, por ejemplo, un Padrenuestro y Avemaría ante cada una de las 14 “estaciones” que lo componen. En todas las parroquias y en la mayoría de las iglesias suelen estar colocadas en la pared las 14 escenas del Vía Crucis.

Generalmente está hecho de un trocito de tela marrón procedente del hábito de la orden de los carmelitas. El escapulario es, por tanto, un signo visible del amor a la Virgen María. Se puede usar también en medalla con la Virgen del Carmen por un lado y el Sagrado Corazón de Jesús por el otro. El  escapulario de la Virgen del Carmen tiene muchas bendiciones e indulgencias de la Iglesia, en especial a la hora de la muerte.