Alexia

Carlo Acutis

Carlo Acutis fue un chico italiano que nació el 3 de mayo de 1991. A pesar de que su familia no era especialmente piadosa, el descubrió muy pronto que tenía una enorme pasión: Jesucristo. Otra cosa que le encantaba era la informática, para la cual tenía una habilidad enorme… ¡era muy buena!  Enseguida Carlo descubrió que todo lo que utilizamos, si se hace con amor de Dios, sirve para acercarse y acercar a los demás a Jesús. Y es que Carlo procuró vivir su fe en todos los aspectos de su vida. A los siete años estaba tan enamorado de Jesús que pidió un permiso especial para que le dejaran hacer la primera comunión aunque fuera aún muy pequeño, pues había entendido perfectamente que Jesús está realmente presente con su cuerpo y su sangre en el sacramento de la Eucaristía y él… ¡no quería esperar! Su amor a Jesús presente en la Eucaristía era inmenso y solía decir: La Eucaristía es mi autopista para el Cielo. ¡Fíjate! Decía “autopista”, que ya sabes que es el tipo de carretera por el que más rápido pueden ir los coches. Se ve que Carlo tenía prisa por llegar a su encuentro con Jesús.

A partir del día en que hizo su primera comunión, Carlo asistía a misa todos los días, pues no quería perder la oportunidad de recibir a Jesús siempre que tuviera ocasión. Eso es lógico, ¿verdad? A todos nos gusta besar y abrazar a nuestros seres queridos con la mayor frecuencia posible, y no lo hacemos solo un día a la semana…¡¡sería muy raro!! Además se quedaba después un rato largo adorando a Jesús presente en el sagrario, o incluso procuraba llegar un ratito antes de que comenzar la misa para adorar a Cristo sacramentado.

Quería tanto, pero tanto a Jesús que ese amor le llevó a quiere también muchísimo a su Madre, y por ese motivo rezaba el Rosario todos los días, sabiendo que esa oración la pone muy contenta y trae al mundo una gran cantidad de bienes. Gracias a estas costumbres, cada día la amistad entre Carlo y Jesús se fue haciendo más entrañable y sólida.

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Con su trato con el Señor Carlo alcanzó gozo, paz serenidad, dominio de sí mismo, no tener miedo a la muerte, vivir una vida para los demás. En más de una ocasión comentó: ¿Cómo es posible estar tristes teniendo a Dios siempre con nosotros? Somos más afortunados que los Apóstoles que vivieron con Jesús hace 2000 años: para encontrarnos con Él basta con que entremos en la Iglesia. Y añadía: Jerusalén está al lado de nuestras casas.

También se preguntaba cómo era posible que tanta gente hiciera colas interminables para asistir a eventos mundanos como un concierto de rock o un partido de fútbol y sin embargo luego decían que no tenían tiempo para ir a misa o hacer una visita al santísimo.

Quería tanto a la Virgen que le contaba todos sus pensamientos, deseos y preocupaciones y llegó a decir que “María es la única mujer de mi vida.” Apasionado por las historias de las apariciones de Virgen el Lourdes y en Fátima, visitó con sus padres esos dos lugares marianos. Igualmente tenía mucho cariño a todos los santos que poco a poco iba conociendo, en especial le gustaban san Francisco de Asís, san Antonio de Padua, santa Jacinta Marto, santo Domingo Savio, san Luis Gonzaga y san Tarsicio, que, a excepción de los dos primeros, fueron santos que murieron jóvenes. También tenía devoción a los ángeles, y en su corazón latía un gran amor a la Iglesia, lo que le llevaba a rezar por el papa y a querer conocer sus enseñanzas.

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Carlo fue un apasionado de la informática, casi un genio. Cómo sabía que con su trabajo podía dar gloria a Dios, decidió utilizar sus conocimientos de informática para difundir el amor al Santísimo Sacramento. Por esto es conocido como el “ciberapóstol de la Eucaristía”.

Con tan sólo 14 años supo idear y organizar un material audiovisual relacionado con sus creencias religiosas acerca de la Eucaristía, de tal manera que ha sido uno de los primeros en usar las redes sociales para dar a conocer a mucha gente un montón de contenido religioso. Fruto de su trabajo, fue una exposición virtual sobre los milagros eucarísticos en el mundo.

A principios de octubre del 2006, Carlo enfermó. Fue diagnosticado con una leucemia fulminante, que es un tipo de cáncer de la sangre, terrible y mortal… ¡no había posibilidad de curación! Una vez conocida la enfermedad fue hospitalizado. Al cruzar la puerta del hospital, Carlo le dijo a su madre: De aquí ya no salgo. Más tarde, también les comentó a sus padres: Ofrezco al Señor los sufrimientos que tendré que padecer por el Papa y por la Iglesia, para no tener que estar en el Purgatorio y poder ir directo al Cielo.

Murió en olor de santidad en el hospistal San Gerardo de Monza a los pocos días de ser diagnosticado, el 12 de octubre de 2006, con sólo 15 años. Dos días antes de su muerte había pedido recibir la Unción de los Enfermos y el Viático.